Dicen en Cuba que a quién no quiere caldo, se le dan dos tazas, y no hay nada mejor para describir mi situación actual.
Viví por 29 años en un país donde para mi la política era totalmente algo ajeno. No porque no hubiesen políticos, no porque no se politizara cada acto, cada artículo del periódico, cada programa de televisión, cada cartel de promoción o cada acción ciudadana; sino porque como solo había (y hay) un partido político, me preguntaba en aquel entonces y me pregunto hoy en día ¿qué clase de política es esa?
Viendo que todo era lo mismo, un mismo lado, las mismas opiniones, las mismas manos levantadas para votar unánimemente por los mismos acuerdos o los mismos líderes, decidí olvidarme de la realidad política (entre muchas comillas) y abstraerme en mi mundo de tecnología y gracias a Internet (que por suerte pude acceder a la red de redes desde bien temprano en comparación a la mayoría) me pude enfocar en mis proyectos personales en general.
Pero en el 2015 emigré a un nuevo país. Al primer país del mundo dirían algunos, al gran Estados Unidos de Norteamérica, que no de América, pero eso es otro cuento, y aquí si se respira política por todas partes.
No había pisado tierra norteamericana como quién dice, todavía no conocía los partidos políticos que se disputaban los puestos en el Senado o la Cámara de Representantes, y ya estaba viendo un fenómeno que creo se agudizó (como yo lo vi, aclaro) con la llegada de Trump al poder.
Pero quizás en mi ceguera política auto-impuesta no me había percatado que esto venía sucediendo desde mucho antes. Lo que si es cierto, es que parece que a partir del 2016 todo se desató en una avalancha desenfrenada de personas con actitud bastante extremista.
Y me consta que de esto tuvimos en muchos países con personas de muchas nacionalidades, que de pronto se volvieron radicales de derecha pro-Trump, pero en este caso voy a hablar sobre lo que conozco de cerca.
Cubanos que conocí y conozco, que jamás en Cuba mostraron una inclinación política o incluso crítica contra el régimen, ahora en Estados Unidos son más republicanos o demócratas que Jimmy Carter o Ronald Reagan. Como si hubiesen sido así de toda una vida, con una entrega y pasión por los temas políticos que me dejaban atónito.
Y hasta donde puedo ver, hay dos bandos muy claros, y un tercero, pero es más insignificante. Los dos primeros bandos quieren, buscan, desean el mismo final de la Dictadura, pero el medio para llegar al fin es un tanto diferente.
El primer bando, el de aquellos que piensan que poniendo sanciones y medidas severas contra el régimen solo se afecta mucho más al pueblo que cada vez vive peor. En este bando muchos piensan que la solución viene por empoderar al cubano de a pie, a que haya prosperidad, y en determinado momento las personas abrirán los ojos cuando se den cuenta que sus problemas no vienen de afuera, sino de adentro, donde no los dejan avanzar. Este bando por lo general suele tirar más a la izquierda demócrata, suele ser más pacifista o conforme con la situación.
Luego viene el segundo bando que como pueden imaginarse, creen que la solución es apretar tanto como se pueda el cuello del régimen hasta ahogar la Dictadura. No importa si en el proceso, el cubano de a pie es el que sufre en la desgracia, lo importante es tener una Cuba Libre a cualquier precio. Las personas de este bando tiran más a la derecha republicana y conservadora, y algo importante, para este bando, todo el que sea del primer bando, es Comunista/Socialista y lo peor de este mundo.
Pero les hablé de un tercer bando ¿recuerdan? si, ese es un grupo insignificante de personas que incluso viviendo en libertad, en Estados Unidos, sigue apoyando y defendiendo a la Dictadura. Pero de esos no merece ni la pena hablar.
Entonces yo me encuentro con la disyuntiva, si yo quiero la libertad para el país donde nací ¿tengo que elegir un bando necesariamente? ¿Tengo que adoptar una posición partidista? Aquí hay algunos que dicen que eso de quedarse en el centro es flojera y falta de carácter, pero si soy honesto, viendo como anda un lado y el otro, es que es justo ahí en el centro donde más cómodo me siento yo ahora mismo.
Eso por no mencionar, que la mayoría de las personas que van a los extremos, creen que los partidos en Estados Unidos son negros o blancos, cuando en realidad dentro de los propios partidos hay gamas de muchísimos colores. Los hay liberales, moderados, conservadores, progresistas, gente de izquierda que concuerdan con gente de derechas y viceversa.
Tal parece, que para ser patriota, o para querer una libertad genuina para mi país de origen, o un mejor futuro para mi país de residencia, hay que ser de un bando y hay que ningunear al otro. He visto gente de derecha acusar a gente de izquierda de Comunistas o Socialistas. He visto a gente de izquierda con temor a decir que son de izquierda, como si eso fuera algo malo.
Siempre he dicho que el día que me decida por un partido, me gustaría estudiar bien su base, su fundación, sus ideas, y sus metas. No porque uno haga algo que más o menos vaya acorde con mi forma de pensar, hará que me identifique al 100%.
Yo crecí con ciertos valores de los que carece por ejemplo, el actual Presidente de Estados Unidos, pero eso no significa que no pueda irme mañana al partido republicano, pero si los que representan a este partido, comparten la forma de pensar y los valores de Trump ¿qué les puedo decir?
Nada es estático, todo cambia. Es más, si nos remontamos a la historia de Estados Unidos, el partido Demócrata que siempre fue uno de los más grandes desde el comienzo, en sus inicios fue pro-esclavismo y racista, y cuando decidieron cambiar, muchos de sus miembros se fueron al partido Republicano. ¿Es el partido Republicano racista entonces? No podría generalizar, en ambos lados han existido miembros racistas, pero eso no tiene por qué describir la esencia de todo un partido político.
Al parecer en mi caso, al ser una persona que no siente simpatía alguna por Donald Trump, eso me convierte automáticamente es un izquierdoso comunista, como por ahí me han llamado. Y esto es algo que veo bastante en redes sociales. Los mismos que hablan de democracia y libertad, son los mismos que quieren una libertad y una democracia donde solo hayan personas que piensan como ellos, lo cual no tengo que decirlo, pero es lamentable.
Si es cierto que tengo tendencia a ciertas inclinaciones sociales, aunque no por ello significa que sea socialista, o al menos no ese “socialista que se conoce de esta lado del charco”.
Porque hay otro fenómeno interesante, tal parece que haya un solo tipo de Socialismo, y es que según en que parte del mundo se aborde el término, la definición puede resultar muy diferente. Lo que pasa que el Socialismo que conocemos en Latinoamérica solo ha traído pobreza y desgracias para la región.
Pero volviendo a mis ideas socialistas, o en lo que yo creo que debería haber una mirada más social. Creo que todo los países deberían tener como mínimo, acceso gratis a la atención primaria en la salud. Al final, el desarrollo y la evolución de un país depende de que los ciudadanos estén sanos y fuertes, y que estén instruidos y educados, con lo cual, también se debería garantizar la educación gratuita.
En resumen, no, no soy de izquierdas por querer esto, pero dejo claro que si un día decidiera serlo, o de derechas, o arriba o de abajo, lo diré con orgullo y seguridad, porque es algo que habré escogido haciendo uso de mis plenas facultades. O como diríamos en Cuba, es mi maletín, así que preocúpate por el tuyo.